Anónimo
Segunda mitad del siglo XVIII
Talla en madera policromada. 112cm. x 46cm.
Imagen de San Francisco en el Museo de Santa Clara. (Foto: A. Aguilera)
A finales del año 1181,
o comienzos del siguiente, nació en Asís un varón llamado Francisco, hijo de Pica Donna y Pietro Bernardone, un rico comerciante de paños, negocio en el que
Francisco comenzó a trabajar desde los quince años. De joven llevó una vida
despreocupada e íntimamente ligada al mundo militar. Pero en la llamada Noche
de Espoleto tuvo una experiencia religiosa que le marcó profundamente,
iniciándose a partir de entonces un progresivo proceso de transformación y de
entrega total a Dios.
Durante dos años vivió
una vida eremítica y penitente, pero un día, estando en oración ante el Crucifijo
de San Damián, escuchó su voz que le invitaba a "reparar la Iglesia". Entonces Francisco comenzó a
restaurar numerosas ermitas de los alrededores, pero el 24 de febrero de 1208
entendió que la revelación era "reparar" la Iglesia de Cristo
predicando el Evangelio a través de la sencillez de un nuevo estilo pastoral
que imponía vivir bajo la más estricta pobreza evangélica.
Pronto se le unieron numerosos
compañeros deseosos de vivir según el modelo de vida de Francisco, y en la
primavera de 1209, el papa Inocencio III aprobó verbalmente la regla por la que debía regirse la naciente orden, conocida entonces como
de los Frailes Menores. El crecimiento de la misma obligó al fundador a
redactar una nueva regla, aprobada por el papa Honorio III el 29 de noviembre
de 1223.
La talla de San
Francisco que hoy presentamos es de muy buena calidad artística. De rostro
dulce y facciones delicadas, con la típica tonsura y barba bífida, el santo se
muestra de pie, en la tradicional pose de contraposto con la pierna derecha
ligeramente flexionada. El eje de simetría queda definido en el rostro, eje
compositivo de la imagen, dotada de sutil movimiento por las líneas
confluyentes y dispersas del hábito. San Francisco calza sandalias y muestra
los característicos estigmas en las manos y costado, remitiendo de esta manera
a uno de los episodios hagiográficos más importantes de su vida cuando en
septiembre de 1224, en el monte Alverna, Cristo en forma de serafín le imprimió
las llagas de su Pasión.
Detalle de San Francisco ante el crucifijo y estigma del costado. (Foto: E. Lacleta)
Por otra parte, con la
mano derecha sostiene un crucifijo al que dirige su mirada y la izquierda se
apoya en un libro abierto sostenido por un angelote cubierto por un paño de
tela encolada verde anudado a la cadera izquierda, clara alusión a la regla que
inspiró la fundación de la Orden de los Hermanos Menores.
La imagen ha sido restaurada recientemente a costa de D.ª Blanca Blasco Nogués y amigos para su
exposición en la sala I del Museo
Vista parcial de la sala I del Museo. (Foto: E. Lacleta)
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