MUSEO DE LA COMUNIDAD DE FRANCISCANAS CLARISAS DE BORJA. (ZARAGOZA) ESPAÑA

martes, 5 de noviembre de 2013

SANTA INÉS
Anónimo. Siglo XVIII
Óleo sobre lienzo. 50 cm. x 40 cm.

Santa Inés en el Museo de Santa Clara de Borja. (Foto: E. Lacleta)

           Catalina Favaronne, hermana de Santa Clara, nació en Asís en torno al año 1197. Entre ambas siempre existió una estrecha y fraternal relación y era frecuente que Santa Clara rogara a Dios en sus oraciones que hiciera brotar en el alma de Catalina la vocación a una vida religiosa. Tan sólo dieciséis días después de que Clara huyera de la casa paterna para consagrarse a Dios en la Porciúncula de manos de San Francisco, ésta hizo lo mismo, hecho que provocó en sus familiares importantes episodios de violencia que trataron por todos los medios de sacarla del claustro. La posición de Catalina fue inquebrantable y tras tonsurarse tomó el nombre de Inés.

            Según refiere su hagiografía, pronto comenzó a progresar en el camino de la santidad. Su penitencia y mortificación despertaron la admiración del resto de sus hermanas porque ceñía a su cintura un áspero cilicio de crin de caballo y ayunaba frecuentemente. El episodio de su vida más conocido, y especialmente importante para su iconografía, es el que refiere que encontrándose en oración, su hermana Clara contempló como se elevaban del suelo y, suspendida en el aire, era coronada por un ángel con tres coronas.

            El lienzo expuesto en el Museo sigue con fidelidad lo dicho. La santa aparece suspendida en el aire, en pleno arrobamiento místico, vestida con el hábito propio de las clarisas urbanistas pero calzando sandalias. Dirige su mirada hacia el ángulo superior izquierdo del espectador, donde aparecen las tres coronas en un rompimiento de gloria. Su mano derecha se sitúa hacia el pecho y la izquierda aparece extendida. El suave movimiento de los plegados del hábito ayudan a enfatizar más el estado de éxtasis en el que se encuentra.

Foto E. Lacleta
 
           Frente a ella se figuró una mesa sobre la que se asienta un crucificado, un cilicio, una disciplina y un libro abierto en cuyas hojas se indica la identidad de la representada. Todos ellos, en definitiva, se refieren a la vida de oración y mortificación que vivió Santa Inés, ejemplo de camino de perfección que la presentan como un modelo a imitar por las clarisas.

            La obra fue restaurada en el año 2010 merced a una ayuda de la Obra Social de la Caja de Ahorros de la Inmaculada.

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