MUSEO DE LA COMUNIDAD DE FRANCISCANAS CLARISAS DE BORJA. (ZARAGOZA) ESPAÑA

domingo, 18 de mayo de 2014

SANTA TERESA DE JESÚS
José Ramírez de Arellano y taller
Talla en madera policromada y encarnada
Segunda mitad del siglo XVIII
Santa Teresa de Jesús. (Foto: E. Lacleta)

       En el día internacional de los Museos, volvemos con una nueva entrada de este blog dedicada a Santa Teresa de Ávila, una de las santas más importantes de la Iglesia católica y una de las tres únicas doctoras reconocidas por Ésta junto a Santa Catalina de Siena y Santa Teresita del Niño Jesús. Nació en Ávila, el 28 de marzo de 1515, entrando en el Carmelo a los 18 años de edad. Ya a los 45 años, junto con San Juan de la Cruz, introdujo en la orden la reforma carmelitana, y su vida estuvo plagada de profundas experiencias místicas y espirituales. Murió en Alba de Tormes el 4 de octubre de 1572. 

Santa Teresa de Jesús. (Foto: E. Lacleta)

        La devoción que profesaron a la santa abulense las hermanas Sallent, cuatro clarisas de origen borjano, así como la de su propio hermano Francisco Antonio, obispo auxiliar electo del arzobispado de Valencia, queda constatada por su empeño en conseguir tres reliquias que, finalmente, pudieron llegar al convento de Borja y, de hecho, fue el prelado el promotor de una de las celebraciones religiosas más solemnes que tuvieron lugar aquí. Se trata de la fiesta que instituyó en honor de Santa Teresa de Jesús. La rápida propagación de su culto, posibilitó el surgimiento de una iconografía exclusiva y particular de la santa en fechas tempranas. Su propia personalidad y experiencias místicas también encajaron perfectamente en la pasión propia de la España del barroco, motivo por el que Santa Teresa fue muy representada en los siglos XVII y XVIII, incluso en centros religiosos como el de Borja, perteneciente a otra Orden distinta de la Iglesia. 

Santa Teresa de Jesús. Detalle del rostro. (Foto: E. Lacleta)

        La existencia de esta escultura, que hoy puede admirarse en la sala cuarta del Museo, debe ponerse en relación con la fiesta fundada en el convento por Francisco Antonio Sallent. Se trata de una imagen de bulto, aparentemente de madera de pino, y de muy buena calidad artística cuya policromía se ha realizado a base de pintura al óleo y dorado al agua. La santa, de cara redondeada, finas cejas, boca pequeña, mentón marcado y ojos saltones recuerda al estilo de los Ramírez. Por otra parte, se representa de pie, en posición de contraposto con la pierna izquierda flexionada. 

Santa Teresa de Jesús. Detalle de la policromía de la capa. (Foto: E. Lacleta)

        Viste el tradicional hábito marrón carmelita y capa blanca decorados con motivos vegetales de gusto rococó. Además, Santa Teresa se muestra en pleno arrobamiento místico, con la boca entreabierta y semblante elevado al cielo, como denotaría también un pequeño agujero existente en el manto, donde se ubicaría una flecha en referencia a su experiencia mística más conocida: la Transverberación. Destaca, asimismo, su gran dinamismo e ímpetu gracias a la correcta ejecución de los plegados, el movimiento efectuado por el escapulario y su mirada mística puesta hacia lo divino. 

Santa Teresa de Jesús. Detalle. (Foto: E. Lacleta)

       En líneas generales, la talla borjana se ajusta al modelo castellano de Gregorio Fernández y, en palabras de Vázquez García, en esta imagen también se supo representar el triunfo de una mujer que mezcló lo místico con lo terreno. Esto último por medio del libro y de la pluma postiza que sostiene con sus manos izquierda y derecha respectivamente. 


Santa Teresa de Jesús. Detalle de la mano derecha de la santa. (Foto: E. Lacleta)

        
        La mano derecha, sin embargo, debió de sufrir algún percance, y tuvo que ser reemplazada por otra pieza bastante más tosca. La talla de Santa Teresa de Jesús es una de las pocas obras que se exhiben habitualmente en el Museo que todavía falta por restaurar.