MUSEO DE LA COMUNIDAD DE FRANCISCANAS CLARISAS DE BORJA. (ZARAGOZA) ESPAÑA

sábado, 13 de septiembre de 2014

BALANCE DEL PRIMER AÑO DE VIDA


Asistentes al acto institucional en la iglesia del convento. 
13 de septiembre de 2013. (Foto: E. Lacleta)

        El 13 de septiembre de 2013, tras un solemne acto multitudinario en el que la ciudad de Borja demostró su cariño hacia las franciscanas clarisas, el Museo de Santa Clara quedaba bendecido e inaugurado como fruto de la generosidad de las hermanas y del trabajo callado y desinteresado de diversos colaboradores y bienhechores de la comunidad religiosa que, integrados y agrupados en la Asociación de Amigos del Museo de Santa Clara, son los que, fundamentalmente, contribuyeron al montaje del aparato expositivo, a la restauración de buena parte de los fondos permanentes o a la búsqueda del capital económico necesario para ello. Dicha asociación, nació con anterioridad a la apertura del Museo, y es la que le sirve como cauce participativo y de representación legal. 


Miembros de las Hermandades de la Virgen de la Peana 
de Barcelona y Zaragoza visitando el Museo el pasado mes de agosto. (Foto: C. Chueca). 

        Han sido 365 días en los que han discurrido por sus salas las Hermandades de Ntra. Sra. de la Peana en Zaragoza y Barcelona, los niños de primaria del Colegio de las Hermanas de la Caridad de Santa Ana de nuestra ciudad o la Fundación Tarazona Monumental, así como numerosos grupos y visitas individuales hasta completar, por el momento, un total de 2.289 personas, cifra de la que nos sentimos especialmente satisfechos, dado que los comienzos de cualquier proyecto no están casi nunca exentos de dificultades. Recordemos en este punto que el Museo no cuenta con subvención pública alguna ni goza de campaña de difusión publicitaria.


Paso de la sala I del Museo. (Foto: E. Lacleta)

        Digna es de destacar también la colaboración de un grupo de voluntarias que son las que posibilitan que el Museo pueda abrir sus puertas todos los fines de semana u otros días en los que se ha solicitado, así como la del Centro de Estudios Borjanos de la Institución "Fernando el Católico", que quiso dedicarle una colección específica dentro de sus publicaciones, reimprimiendo con carácter individual algunos de los artículos aparecidos en su revista Cuadernos de Estudios Borjanos. 


N.º 1 de la colección dedicada por el Centro de Estudios Borjanos 
al Museo de Santa Clara. (Foto: Centro de Estudios Borjanos)

        Por medio de este blog, hemos hecho presente al Museo y al convento en numerosos países registrándose visitas procedentes, especialmente, y por este orden, de España, EE.UU, México, Colombia, Alemania, Francia, Argentina, Rusia, Turquía y Chile como las más numerosas. 


Visita de uno de los cursos de primaria del Colegio de Santa Ana de Borja con la bolsa de palomitas con la que las hermanas clarisas quisieron obsequiar a los niños. (Foto: Colegio de Santa Ana).

       Ojalá que todas las personas que han pasado por el Museo hayan quedado satisfechas en sus expectativas, enriquecidas interiormente con la contemplación de más de 100 obras artísticas que constituyen la expresión de la fe de un pueblo y de una comunidad religiosa a Dios durante más de cuatro siglos de trayectoria. 



















        


lunes, 8 de septiembre de 2014

LA VIRGEN DEL CORO
Anónimo
Talla en madera de nogal policromada. 70 x 30 x 25 cm. 
Segunda mitad del siglo XV



Virgen del Coro en su retablo-hornacina del coro alto 
del convento de Santa Clara. (Foto: E. Lacleta)


        En el coro alto del convento de Santa Clara de Borja se ha conservado una enigmática imagen sedente de la Virgen María, a la que las religiosas llaman cariñosamente «del Coro», presidiendo como en antaño la vida contemplativa de la comunidad. A pesar de ser citada ya en la conocida obra del padre Roque Alberto Faci: Aragón, Reino de Cristo y dote de María Santísima, concretamente en su segunda parte -publicada en Zaragoza, en 1750- la imagen resultaba prácticamente desconocida hasta el año 2008, en el que, en la ciudad de Calatayud, fue presentada a la comunidad científica en el transcurso de la II Jornada de Patrimonio Cultural de la Iglesia organizada por la Delegación de Patrimonio de la diócesis de Tarazona.  

Virgen del Coro tras su restauración en el año 2009. (Foto: E. Lacleta).

        La talla, realizada en madera de nogal, responde desde un punto de vista iconográfico  al tipo de María sedente sobre un trono con molduras laterales.Con su mano izquierda sostiene al Niño que aparece sentado en su regazo, mientras que con la derecha porta un objeto esférico que puede ser el orbe o una manzana, en alusión a su papel de nueva Eva en la historia de la salvación. La Virgen aparece sin velo, con el pelo liso peinado con la raya en medio con dos guedejas que caen sobre sus hombros. Viste túnica blanca —con los ribetes de las mangas y el escote rojo y dorado— ceñida a la cadera por un cinturón de estas mismas tonalidades. Sobre ella, un manto verde turquesa cae desde los hombros en amplia curva por el lado derecho hacia el regazo,cubriendo el brazo izquierdo y encontrándose ambos puntos en este mismo lado. Desde ahí, baja hacia los pies en pliegues verticales y ondulados que dejan ver parte de la túnica y los chapines. 

Detalle de las efigies de la Virgen del Coro. (Foto: E. Lacleta)

        Por su parte, el Niño aparece situado sobre el brazo izquierdo de María, ligeramente ladeado hacia la derecha. Con su mano izquierda porta el orbe como muestra de su poder mayestático sobre toda la creación mientras levanta la contraria en actitud de bendecir. Manto y túnica son de las mismas tonalidades blancas que las de su madre, así como los ribetes dorados y rojos que los decoran. Así pues, la imagen de la Virgen del Coro es un claro ejemplo de producción popular arcaizante que puede situarse cronológicamente en la segunda mitad del siglo XV. Aunque su anónimo autor no renunció a los tradicionales símbolos y mantuvo la continuidad tipológica con modelos románicos, rompió con el hieratismo y frontalidad propias de estas tallas para acentuar, por el contrario, los rasgos maternales, dotando a los rostros de una cierta dulzura en sus expresiones, especialmente en el del Niño, que muestra una ligera sonrisa en contraposición al melancólico semblante de María.

        En el siguiente enlace puede consultarse la obra del carmelita Roque Alberto Faci, que refiere la talla en las páginas 126-127: 

http://books.google.es/books?id=8ERFrYv9VAIC&printsec=frontcover&dq=roque+alberto+faci&hl=es&sa=X&ei=E1IMVOekHobT7Aat1oG4CQ&ved=0CCAQ6AEwAA#v=onepage&q=roque%20alberto%20faci&f=false