MUSEO DE LA COMUNIDAD DE FRANCISCANAS CLARISAS DE BORJA. (ZARAGOZA) ESPAÑA

domingo, 27 de octubre de 2013

SAN FRANCISCO DE ASÍS
Anónimo
Segunda mitad del siglo XVIII
Talla en madera policromada. 112cm. x 46cm.


Imagen de San Francisco en el Museo de Santa Clara. (Foto: A. Aguilera) 
 
        A finales del año 1181, o comienzos del siguiente, nació en Asís un varón llamado Francisco, hijo de Pica Donna y Pietro Bernardone, un rico comerciante de paños, negocio en el que Francisco comenzó a trabajar desde los quince años. De joven llevó una vida despreocupada e íntimamente ligada al mundo militar. Pero en la llamada Noche de Espoleto tuvo una experiencia religiosa que le marcó profundamente, iniciándose a partir de entonces un progresivo proceso de transformación y de entrega total a Dios.
 
        Durante dos años vivió una vida eremítica y penitente, pero un día, estando en oración ante el Crucifijo de San Damián, escuchó su voz que le invitaba a "reparar la Iglesia". Entonces Francisco comenzó a restaurar numerosas ermitas de los alrededores, pero el 24 de febrero de 1208 entendió que la revelación era "reparar" la Iglesia de Cristo predicando el Evangelio a través de la sencillez de un nuevo estilo pastoral que imponía vivir bajo la más estricta pobreza evangélica.
Detalle del Cristo de San Damián

        Pronto se le unieron numerosos compañeros deseosos de vivir según el modelo de vida de Francisco, y en la primavera de 1209, el papa Inocencio III aprobó verbalmente la regla por la que debía regirse la naciente orden, conocida entonces como de los Frailes Menores. El crecimiento de la misma obligó al fundador a redactar una nueva regla, aprobada por el papa Honorio III el 29 de noviembre de 1223.
 
        La talla de San Francisco que hoy presentamos es de muy buena calidad artística. De rostro dulce y facciones delicadas, con la típica tonsura y barba bífida, el santo se muestra de pie, en la tradicional pose de contraposto con la pierna derecha ligeramente flexionada. El eje de simetría queda definido en el rostro, eje compositivo de la imagen, dotada de sutil movimiento por las líneas confluyentes y dispersas del hábito. San Francisco calza sandalias y muestra los característicos estigmas en las manos y costado, remitiendo de esta manera a uno de los episodios hagiográficos más importantes de su vida cuando en septiembre de 1224, en el monte Alverna, Cristo en forma de serafín le imprimió las llagas de su Pasión.
 

Detalle de San Francisco ante el crucifijo y estigma del costado. (Foto: E. Lacleta)
 
        Por otra parte, con la mano derecha sostiene un crucifijo al que dirige su mirada y la izquierda se apoya en un libro abierto sostenido por un angelote cubierto por un paño de tela encolada verde anudado a la cadera izquierda, clara alusión a la regla que inspiró la fundación de la Orden de los Hermanos Menores.
 
Detalle del angelote sosteniendo el libro de la regla y del cordón con los tres nudos simbolizando lo tres votos: pobreza, obediencia y castidad. (Foto: E. Lacleta)
 

       La imagen ha sido restaurada recientemente a costa de D.ª Blanca Blasco Nogués y amigos para su exposición en la sala I del Museo
Vista parcial de la sala I del Museo. (Foto: E. Lacleta)


miércoles, 23 de octubre de 2013

SANTA CLARA DE ASÍS
Anónimo.
Óleo sobre lienzo. 107cm. x 86,5cm.
1.ª mitad del siglo XVII

 Lienzo de Santa Clara en el Museo de Borja. (Foto: E. Lacleta)
 
          En la madrugada del Lunes Santo de 1211 ó 1212, un rica y hermosa joven de Asís, llamada Clara Favaronne, seducida por la predicación de San Francisco, huyó de su casa paterna hacia Santa María de la Porciúncula donde la esperaba el fundador franciscano para consagrarla a Dios. Nacía de esta manera la rama femenina de los Hermanos Menores que, por aquel entonces, según les impuso Francisco, eran conocidas como Damas Pobres.
 
          Uno de los episodios hagiográficos más importantes y conocidos de la santa aconteció en 1241, cuando los sarracenos integrantes de las tropas del emperador Federico II quisieron asaltar el convento. Entonces, según el relato de una de las testigos de su proceso de canonización, "madonna Clara se hizo conducir hasta la puerta del refectorio y mando que trajesen ante ella un cofrecito donde se guardaba el Santísimo Sacramento... y postrándose en tierra en oración, rogó con lágrimas diciendo , entre otras, estas palabras: Señor, guarda Tú a estas siervas tuyas, pues yo no las puedo guardar". La oración surtió el efecto deseado, y los sarracenos se marcharon sin causar ningún daño.
 
 Santa Clara de Asís por Scipio Pulzone
 
          El lienzo conservado en el Museo se inspira claramente en la obra realizada por el pintor Scipio Pulzone en la segunda mitad del siglo XVI, conservado en la actualidad en el Museo del Colegio del Patriarca de Valencia. El retratista de los Farnesio representó a la santa en tres cuartos, girada levemente a la derecha en actitud reverente, con el hábito y manto de estameña y trabilla de madera, elemento propio de los franciscanos y clarisas descalzos y sosteniendo con ambas manos una custodia tipo templete, jocalia que la religiosas barroca prefirió al cofre citado en las fuentes como exaltación eucarística.
 
          La obra borjana sigue con fidelidad el retrato de Pulzone, y quizá el artífice contó con el grabado de la misma que ilustran los Icones Sancta Clarae impresos entre 1613 y 1621. Hay, sin embargo, algunos elementos que la diferencian. Por un lado la distinta tipología de la custodia que, en esta ocasión, la santa no toca directamente con las manos sino con un velo transparente que cae desde la pequeña cruz que la remata. Por otro la eliminación del paisaje alegórico por un fondo oscuro en el que Santa Clara queda iluminada por un foco de luz procedente tanto de la parte superior como de la izquierda, tal y como es típico en la pintura tenebrista.
 
 Detalle de Santa Clara con la custodia. (Foto: E. Lacleta)
 
          La obra fue restaurada recientemente para su exposición en la sala I del Museo a cuenta de la Asociación de Amigos del Museo de Santa Clara.
 
 Vista general del lienzo de Santa Clara en la sala I del Museo. (Foto: E. Lacleta)
 


miércoles, 16 de octubre de 2013

LIBRO DE LA REGLA
1614
Zaragoza
[4] 171 p [5] en blanco. 4º
Encuadernación en cuero repujado


Entre las obras más significativas del Museo se encuentra el Libro de la Regla, custodiado hasta ahora en los fondos antiguos de la biblioteca conventual y, en la actualidad, en la sala II del Museo junto con otros recuerdos de la época fundacional del convento.

Regla de las clarisas de Borja. (Foto: A. Aguilera).

Se trata de un pequeño libro de tapas de cuero con bella decoración geométrica de herencia mudéjar. Sus hojas están manuscritas en pergamino con capitales miniadas que dan inicio a los diferentes capítulos de la regla y dos pinturas, sitas en los folios 1v. y 9v., que representan el episodio hagiográfico de la estigmatización de San Francisco y a Santa Clara con ostensorio, báculo de abadesa, vestida y calzada como clarisa urbanista.

Santa Clara en la Regla de las clarisas de Borja. (Foto: A. Aguilera)

En otros importantes conventos de clarisas también se han conservado Reglas similares, como en Medina de Rioseco, que custodia dos ejemplares fechados en 1498 y 1591. 



Anónimo castellano. 1498. Medina de Rioseco

En un principio, el propio San Francisco redactó para Santa Clara y sus compañeras, moradoras en el monasterio de San Damián, unas observancias por las que debían regir su modelo de vida. Sin embargo, el canon 13 del IV Concilio de Letrán (1215) prohibía aprobar nuevas reglas, por lo que las religiosas de San Damián tuvieron que profesar la de San Benito, que en nada tenía que ver con el ideal de pobreza evangélica con el que querían vivir. 

Pronto comenzaron a proliferar por Italia los conventos de “Damianitas”, deseosos de vivir bajo el modelo y carisma del de San Damián. De esta manera, en 1218, el cardenal Hugolino redactó para ellos unos Estatutos que estuvieron en vigor, junto con la regla benedictina anteriormente citada, hasta el año 1247, cuando Inocencio IV otorgó una nueva Regla. Pero el 9 de agosto de 1253, dos días antes de morir Santa Clara, el Papa aprobó su propia Regla, la primera redactada por una mujer en la historia de la Iglesia, aunque sólo para el monasterio de San Damián.

Unos años más tarde, el cardenal Cayetano Orsini compuso otra regla, conocida como de Urbano IV, por ser el pontífice que la aprobó el 8 de octubre de 1263. La principal característica que la define, frente a la redactada por Santa Clara, es la abolición del privilegio de pobreza, estableciendo que los conventos podían poseer en común, aunque no en particular, rentas y propiedades con los que poder subsistir.

A todas las religiosas que profesaron esta última Regla se les conocía como clarisas urbanistas o urbanitas y, entre ellas, se encontraban también las de Borja, hasta que en 1990 volvieron a profesar la de Santa Clara.

Portada del libro Tierra de conventos

Este libro de la Regla del papa Urbano IV que presentamos puede ser considerado como parte del ajuar fundacional del convento, pues fue sufragado en su totalidad por sor Esperanza Hortal, abadesa fundadora del convento, en el año 1614. Asimismo, su imagen sirvió de portada para la obra Tierra de conventos, un estudio sobre los conventos de Santa Catalina del Monte y San Cristóbal de Cariñena realizado gracias a la ayuda de investigación concedida en 2009 por el Consejo Regulador de la D.O. de Cariñena,  la Institución Fernando el Católico,  la Caja Rural Cajalón y la Facultad de Filosofía y Letras de Zaragoza.












martes, 15 de octubre de 2013

BALANCE DE UN MES DE VIDA


El pasado día 13 se cumplió un mes de la inauguración del Museo de Santa Clara. Hasta ahora, y sin contar el día de la inauguración, se han acercado al mismo más de 500 personas, prueba del indudable interés general que este nuevo museo ha despertado en la sociedad.

Evidentemente, entre los visitantes se encuentra un gran número cuya procedencia es la propia Borja, pero también se han contabilizado un significativo número de Zaragoza, Madrid, Barcelona, Vitoria, Pamplona, Santander y Soria e, incluso, de Francia y de República Democrática del Congo.



De entre las localidades de nuestro entorno destacan las visitas efectuadas por los vecinos de Magallón, Ainzón, Pozuelo de Aragón y Novallas. Algo más alejadas son Estella y Elizondo (Navarra), Tamarite de la Litera (Huesca) y Zarauz (Guipuzcoa). 



Por otra parte, las visitas a este blog siguen incrementándose, habiéndose documentado, por el momento, los siguientes países: España, EE.UU., México, Alemania, Argentina, Francia, Reino Unido, Ucrania, Serbia, Rusia, Países Bajos, Corea del Sur y Australia.

Asimismo, el Museo sigue haciéndose un hueco en los medios de comunicación, destacando la crónica aparecida en el periódico La crónica del Campo de Borja, correspondiente al mes de octubre, y en la página web de la Ruta de la Garnacha, cuyos enlaces insertamos a continuación: 




Recordamos a nuestros lectores que el Museo de Santa Clara permanece abierto todos los fines de semana en horario de 11.00 a 13.00 h. y de 16.00 a 18.00 h.