MUSEO DE LA COMUNIDAD DE FRANCISCANAS CLARISAS DE BORJA. (ZARAGOZA) ESPAÑA

sábado, 22 de noviembre de 2014

LOS HIMNOS A SAN SEBASTIÁN


San Sebastián en su retablo mayor de la iglesia del convento de Santa Clara
José Ramírez de Arellano (1743-1745)


       Hoy, festividad de Santa Cecilia, queremos traer al blog uno de los dos himnos  con los que contaba la cofradía de San Sebastián  para honrar a su santo patrono cada 20 de enero. Las partituras originales se han conservado en el archivo musical del convento de las clarisas, en cuya iglesia, dedicada al santo milanés, tiene establecida su sede canónica. El primero de ellos fue compuesto en 1880 por el borjano D. Ángel Chueca, organista de la S.I. Catedral Primada de Toledo, el segundo, con posterioridad a 1896, por D. Ángel Pereda Matud. Es la primera de la composiciones de la que vamos a ocuparnos, cuya letra reza lo siguiente: 

Hoy nos convida la Iglesia
a obsequiar a un nuevo sol,
a un valeroso soldado
de la Iglesia del Señor.
Fue el más valeroso varón
de la religión de Cristo,
el consuelo de afligidos
y terror del gentilismo.
Tú sellaste con tu sangre
la verdad del Evangelio,
y este pueblo entusiasmado
te obsequia hoy con gran celo.
Tú mereciste el renombre
de defensor de la Iglesia,
siendo apóstol del Señor
y mártir a toda prisa.
Fuiste héroe constante
quien odió de nuestra fe,
te dejaste moler a palos
pues tu gozo es padecer.
Aún no saciado el tirano
fuiste asaeteado,
y tan precioso tesoro
a un muladar fue arrojado
Mas hoy, ya que desde el cielo
escuchas nuestra oración,
bendice a esta cofradía
que te ofrece el corazón.

       El himno, para una voz y acompañamiento de órgano, está escrito en compás de 4/4 y tonalidad de Fa mayor. Su aire marcial, cercano al de una marcha militar tan apropiada para un soldado del ejército romano, nos conduce hacia bellas modulaciones a tonos vecinos en su segunda parte, principalmente a Sol mayor, para pasar, tras bellos solos entre la voz y el órgano, a la tonalidad primera en su majestuosa parte final.

domingo, 16 de noviembre de 2014


LOS LIBROS LITÚRGICO-MUSICALES DEL ARZOBISPO ALFONSO GREGORIO


        El 30 de abril de 1603 fue fundado en Borja el convento de Santa Clara, el primero femenino de la ciudad, por sor Esperanza Ortal, sor Ana Xabar, sor Isabel Casales y sor Petronila Sariñena, monjas procedentes del convento de Santa Catalina de Zaragoza. Así pues, más de cuatrocientos años de existencia han generado un extraordinario patrimonio que, lejos de los sucedido en otro tiempo, sus propietarias han sabido advertir su valor, un cambio de mentalidad que se ha traducido en la consolidación del edificio, la restauración de su iglesia y de algunos de los lienzos que constituyen su exorno, la recuperación de sus ricos archivos histórico y musical y la creación del Museo conventual. Es, en este contexto, donde diversos investigadores, historiadores del arte e historiadores hemos comenzado a poner nuestra mirada en un convento que, hasta la actualidad, no había sido objeto de la atención que merecía, dando a conocer parte de su historia y de patrimonio en distintas publicaciones especializadas. 

       Fruto de este trabajo fue el hallazgo en 2008 de tres de los cinco libros litúrgico-musicales que se propuso realizar el arzobispo de Zaragoza D. Alfonso Gregorio a finales del siglo XVI y que se han conservado en el convento borjano. Nos estamos refiriendo al Antiphonarium de Sanctis  (1596), al Antiphonarium de Tempore (1598) y al Missarum de Sanctis (1598), todos ellos realizados en la tipografía de Pascual Pérez, “uno más de los numerosos y excelentes maestros impresores que trabajaban activamente en nuestra ciudad a finales del s. XVI”,  y que hasta el trabajo del profesor Ángel San Vicente resultaba casi desconocido. La noticia fue dada a conocer por Heraldo de Aragón, cuyo enlace insertamos a continuación:

http://www.heraldo.es/noticias/cultura/el_patrimonio_musical_aragones_recupera_tres_joyas_bibliograficas_halladas_borja.html

     Los dos antifonarios fueron objeto de estudio y publicación en una edición  facsimilar auspiciada por la Sección de Música Antigua de la Institución “Fernando el Católico”, donde quedó de manifiesto la rareza e importancia de estos ejemplares, máxime cuando en el año 1996 sólo se tenía constancia de la existencia del Antiphonarium de Tempore en las bibliotecas privadas de los profesores Lothar Siemens Hernández y Jesús Gonzalo López así como en la Biblioteca de la Universidad de Oviedo, lugar éste último donde también se conserva el Antiphonarium de Sanctis

Antiphonarium de Sanctis

     D. Alfonso Gregorio ocupó la sede arzobispal desde el 1 de mayo de 1593 hasta su fallecimiento, acaecido el 27 de octubre de 1602, viéndose caracterizado su gobierno por una “intensa actividad pastoral”. En la dedicatoria de ambos antifonarios puso de relieve la escasez de obras de esta naturaleza en su archidiócesis, su importancia en la alabanza divina así como la necesidad de imprimirlas si se carecía de ellas. De tal manera, los ejemplares conservados en Borja, aun perteneciendo la ciudad a lo largo de su historia a la diócesis de Tarazona, deben considerarse el fruto de una de las máximas prioridades que rigieron el gobierno del prelado.

Antiphonarium de Tempore

         En la citada edición facsimilar quedó patente que la idea inicial de D. Alfonso Gregorio era la publicación de cinco libros, aunque sólo se conocían con seguridad los dos antifonarios, y, con ciertas reservas, el Manuale seu Rituale Caesaraugustanum, editado por Lorenzo Robles en 1600 y que Juan M. Sánchez localizó en la biblioteca del convento de Ntra. Sra. de Cogullada, ejemplar actualmente desaparecido, aunque se habría conservado otro en la parroquia de la localidad de Cubel. En la actualidad, podemos añadir a esta nómina el Missarum de Sanctis conservado en Borja, y que según don Pedro Calahorra existe otro ejemplar en la catedral de Jaca, así como un Missarum de Tempore localizado en la colegiata de Daroca.

Liber Missarum de Sanctis

        El Missarum de Sanctis contiene la música de las partes del Propio de la Misa, tanto para el Propio de los Santos siguiendo el calendario de la Iglesia Universal, como para el Común de los Santos y difuntos, donde también se recogen las festividades del calendario de la Iglesia en España y las del de Zaragoza. El libro se completa con varios aspersorios y partes del Ordinario de la Misa para el Común de los Santos y difuntos. Así pues, el hallazgo de estos tres ejemplares en el convento de Santa Clara resulta ser de una importancia extraordinaria, tanto porque se desconocía su existencia en Borja como porque es el único lugar en el que se han conservado juntos tres de los cinco libros proyectados por el prelado.

sábado, 8 de noviembre de 2014

LA DEVOCIÓN DE LAS CLARISAS A LA VIRGEN DEL CORO


        Las referencias existentes en el archivo conventual acerca de la imagen de la Virgen del Coro son ciertamente escasas, aunque no por ello dejan de ofrecer datos sumamente importantes. Tanto el Libro de la fundación como el Libro Cabreo coinciden en afirmar que la talla, venerada antiguamente en el coro del convento de Nuestra Señora de Jesús de Zaragoza, fue traída a Borja en 1603 por las madres fundadoras como regalo del reverendo padre provincial fray Juan Carrillo.


Coro alto del convento de Santa Clara de Borja presidido por la Virgen del Coro. 
En primer plano, detalle de su hermosa reja labrada en madera. (Foto: E. Lacleta)

          Desde su llegada a la ciudad, siempre recibió culto en el coro alto del convento, y desde un principio fue objeto de especial atención y veneración de las religiosas. En el año 1625 sor Elena Lajusticia regaló dos coronas de plata para la Virgen y el Niño que costaron 20 escudos, aunque las actuales son obras de la segunda mitad del siglo XVIII realizadas por el orfebre zaragozano Manuel Cardiel. Posteriormente, y de su propio peculio, las religiosas le regalaron cintillos de oro, collares de perlas y, especialmente, mantos. 

Tosco dibujo de la Virgen del Coro con manto realizado por alguna monja en el libro 
Peregrinación de Filotea, publicado en 1680. (Foto: A. Aguilera). 

        Así es, los obsequios más abundantes a lo largo de los siglos fueron, como hemos indicado, los diversos mantos con los que era vestida, práctica de la que también nos informa el padre Roque Alberto Faci y de la que tenemos constancia documental desde la segunda mitad del siglo XVII, concretamente hacia 1680. También conocemos la existencia en el convento del oficio de “Camareras de Ntra Señora” que, desempeñado por dos religiosas, consistía en el cuidado de esta imagen. Desafortunadamente, todavía no han podido ser localizados estos piezas textiles en el convento, aunque la devoción de sor Tomasa Alduy, o la de alguna otra religiosa a la que perteneció el libro Peregrinacion de Philotea al santo templo y monte de la Crvz del obispo de Osma Juan de Palafox y Mendoza, la hizo representar de esta manera. 


Papa Clemente XII. (Foto: wikipedia)

           En torno al año 1714 debió realizarse el retablo-hornacina en el que actualmente se encuentra la imagen, y junto a ella fueron colocados en distintos momentos los objetos y reliquias más preciadas por la comunidad. Asimismo, las fundaciones instituidas por las monjas en el siglo XVIII manifiestas la devoción hacia la imagen, al igual que un breve pontificio por el que, el 17 de abril de 1731, S.S. Clemente XII, concedía poder alcanzar la indulgencia plenaria en este altar. 


Virgen del Coro en su camarín. (Foto: E. Lacleta).

        De entre los prodigios excepcionales que refieren las crónicas, se alude a que en una ocasión el Niño Jesús le dijo a una religiosa  “Yo Soy la flor del Campo” y, en 1731, cuando otra hermana estaba agonizando, se llevó hasta su celda, mejorando notablemente, pues llegó a vivir cinco años más. También se ha llamado tradicionalmente la atención sobre los cambios que experimenta la expresividad del rostro de María en función de los tiempos litúrgicos.