MUSEO DE LA COMUNIDAD DE FRANCISCANAS CLARISAS DE BORJA. (ZARAGOZA) ESPAÑA

lunes, 30 de diciembre de 2013


EL BELÉN CONVENTUAL
Siglos XVII-XVIII

Belén conventual
 
        El Misterio del convento de Santa Clara de Borja es, sin duda, el más interesante de todos los expuestos en la ciudad desde un punto de vista artístico. Está integrado por una serie de piezas de diferente tamaño y cronología, siendo las más interesantes las de la Virgen, San José, los tres Reyes y tres pequeños ángeles músicos. Todas ellas son imágenes de vestir, a excepción de los ángeles que fueron realizados en madera policromada en el siglo XVIII.
Ángeles músicos
 
        En el caso de la Virgen María llama poderosamente la atención los diferentes sobrepuestos, postizos, ricos ropajes, encajes, peluca y manos articuladas, muy del gusto de la estética del periodo barroco. En el Libro de Cuentas del convento aparece ya documentada en el trienio 1776-1778. La imagen más valiosa del conjunto es, sin embargo, la napolitana de San José, realizada en el periodo citado por 11 libras y 6 sueldos jaqueses.
 
Imágenes de vestir de la Virgen María y San José
 
        Los tres Reyes Magos parecen algo posteriores, quizá ya de finales del Setecientos o de comienzos de la siguiente centuria. Los tres personajes fueron representados al modo tradicional: Melchor como un anciano calvo con larga barba blanca; Gaspar como un hombre de menos edad y de pelo moreno, y Baltasar como un joven de raza negra con pendientes de oro que aluden al exotismo oriental. Mientras que Gaspar y Baltasar llevan ceñidas en su cabeza una corona, Melchor la porta en su mano derecha.


Imágenes de vestir de los tres Reyes Magos
        
        Hasta fechas relativamente recientes este Misterio era colocado en el interior de la clausura, pero en los años setenta del pasado siglo comenzó a ser colocado en la iglesia conventual de San Sebastián. En próximas entradas hablaremos de algunas de las interesantes imágenes del Niño Jesús que atesora el convento. 

 

 
 

lunes, 23 de diciembre de 2013

NAVIDAD 2013

Belén del convento de Santa Clara. Siglo XVIII
 
La gloria de Dios está en lo más alto de los cielos, pero esta altura de Dios se encuentra ahora en el establo: lo que era bajo se ha hecho sublime. Su gloria está en la tierra, es la gloria de la humildad y del amor.
(Benedicto XVI)
 
VUESTRAS MONJAS DE SANTA CLARA DE BORJA OS DESEAN UNA SANTA NAVIDAD Y FELIZ AÑO NUEVO


domingo, 8 de diciembre de 2013

DULCES CONVENTUALES

          Por todos es conocida la fama de las hermanas de vida contemplativa como excelentes cocineras y reposteras. Las monjas siempre han tenido buenas relaciones con el horno, aunque antes no vendían sus productos sino que eran utilizados para manifestar el agradecimiento de la comunidad para con los bienhechores del convento o como otra fórmula de cortesía. Santa Teresa de Jesús dignificó el papel de las hermanas cocineras de los claustros y el papa Pío XII, en su carta pastoral Sponsa Christi de 1950, exhortaba a los conventos a vender productos artesanales.


             Parte del secreto de la fama  de la repostería conventual se encuentra en el uso de materias primas de excelente calidad, muchas de ellas obtenidas de la propia huerta, y también juega un papel primordial la elaboración artesanal así como las antiguas recetas que se han conservado por la tradición oral como "secreto" en los pasillos del convento.


             En el Museo de Santa Clara de Borja pueden adquirirse los productos elaborados artesanalmente por las hermanas clarisas de Medinaceli, en la provincia de Soria. Las "pastas castellanas" están elaboradas con azúcar, harina, aceite, huevos y anís, productos a los que se les añaden romero, tomillo, laurel y limón en las llamadas "pastas de romero". Las llamadas "almendras de la abuela", como su propio nombre indica, son almendras con azúcar y una ligera cobertura de chocolate.
 

lunes, 25 de noviembre de 2013

DALMÁTICA

Anónimo.1763-1765
Brocado bordado en seda y galón de oro

 
Vista general de la dalmática
 
        Frente al siglo XVI, cuando la ornamentación de las piezas litúrgicas es, fundamentalmente, el bordado de imaginería, en los siglos XVII y XVIII asistimos a una proliferación de otro tipo de decoración, generalmente de tipo vegetal. Multitud de flores y tallos se disponen en ritmos curvilíneos por la totalidad del ornamento, como si treparan sobre él, ordenados de forma simétrica respecto a un hipotético eje central vertical.
 
Detalle del collarín y decoración vegetal que se repite a lo largo de la pieza

       De todas estas características resulta un buen ejemplo la dalmática que presentamos, expuesta en la sala III del Museo. Pertenece a un terno conservado íntegramente en el convento que fue adquirido entre 1763 y 1765. La dalmática es la vestidura litúrgica exterior propia del diácono. En la liturgia cristiana viene usándose en Roma desde el siglo IV, extendiéndose su uso a otros ámbitos en los siglos V y VI. Su origen, sin embargo, se encuentra en una prenda de vestir utilizada por lo romanos desde el siglo II.

     La ornamentación de esta dalmática es toda ella de tipo vegetal, apareciendo diseminada por la totalidad de su superficie. Se trata de una decoración en la que destaca su naturalismo, finura, delicadeza, carnosidad, colorido y belleza formal, fiel exponente de los valores sensoriales característicos del barroco.



 
 

domingo, 17 de noviembre de 2013

CRUZ DE ALTAR

Anónimo.1742
Madera y nácar. 47 x 20,5 cm.

Vista general de la cruz. Foto de E. Lacleta
 
        De entre los fondos permanentes de la sección de jocalias del Museo de Santa Clara sobresale por su calidad la cruz de altar que presentamos. Sobre una  amplia base de forma trapezoidal, con el característico escudo de la orden franciscana al frente, se alza majestuosa una cruz de madera chapeada con incrustaciones de nácar a la que se le añaden, a su vez, otras cinco cruces más pequeñas, conformando de esta manera la denominada Cruz de Jerusalén.
 
        La escena central se reserva para el Crucificado, un añadido de época posterior, y en el reverso figura una pequeña cruz en madera clara que, para algunos investigadores, haría alusión a los mártires crucificados en Nagasaki el 5 de febrero de 1597.
Detalle del Crucificado. (Foto E. Lacleta)

        La procedencia de este tipo de piezas es muy discutida. Para algunos historiadores su origen es claramente indo-portugués, siendo realizadas en las misiones franciscanas de las Indias durante los siglos XVII y XVIII. Otros, en cambio, las vinculan con el Próximo Oriente, debido a la relación de la orden franciscana con la custodia de los Santos Lugares.
 
Detalle de la base trapezoidal de la cruz. (Foto E. Lacleta)
 
        Sea como fuere, lo cierto es que la cruz fue regalada en 1742 al convento de San Francisco de Borja para que la colocara en el altar mayor de su iglesia. Presumiblemente, a consecuencia de los decretos desamortizadores de Mendizábal, pasó al de Santa Clara, donde se ha conservado junto a otras importantes obras procedentes de este mismo convento. 


domingo, 10 de noviembre de 2013

LIBRO DE LA FUNDACIÓN
Enc. pergamino. Fol.
1603-1736

Libro de la fundación. (Foto: E. Lacleta)
 
        El libro de la fundación del convento de Santa Clara comenzó a ser redactado en 1603, el mismo año de su fundación, por lo que resulta ser una excepcional fuente histórica a la hora de abordar cualquier tipo de estudio relacionado con el convento en sus primeros siglos de existencia. En la actualidad puede contemplarse en la sala II del Museo, junto a otros recuerdos de la época fundacional, conservándose hasta ahora en el rico archivo conventual donde se ha dejado una copia para ser consultada por los investigadores.
Detalle de la primera página del libro. (Foto: E. Lacleta)
        A grandes rasgos puede subdividirse en cinco secciones dedicadas a la crónica histórica, relación de abadesas, nóminas de tomas de hábito y profesiones y, finalmente, un obituario. No faltan, sin embargo, otros apartados donde se consignan obras o mejoras llevadas a cabo en el edificio, las concordias con los conventos de San Pedro mártir o de la Inmaculada Concepción de Borja, patentes de los ministros provinciales o la identidad de las madres que salieron a fundar otros conventos de la Provincia.
Detalle de la vitrina de la sala II donde se expone el libro de l fundación. (Foto: E. Lacleta)
 
        Sin embargo, se advierte cierta falta de diligencia de las religiosas a la hora de cumplimentar diversas partes del libro, por lo que en 1686, por mandato de la madre abadesa sor Polonia Ruiz de Madrigal, se redactó un nuevo libro por el confesor del convento, el franciscano fray José Sevillano, cuyos pliegos fueron insertados en el antiguo. Internamente sigue la misma estructura del anterior, y estuvo en uso hasta 1736, fecha en la que se comenzó a escribir un nuevo libro, en esta ocasión denominado como "cabreo" que es el que se ha venido utilizando hasta fechas recientes y que se guarda en el archivo del convento.







martes, 5 de noviembre de 2013

SANTA INÉS
Anónimo. Siglo XVIII
Óleo sobre lienzo. 50 cm. x 40 cm.

Santa Inés en el Museo de Santa Clara de Borja. (Foto: E. Lacleta)

           Catalina Favaronne, hermana de Santa Clara, nació en Asís en torno al año 1197. Entre ambas siempre existió una estrecha y fraternal relación y era frecuente que Santa Clara rogara a Dios en sus oraciones que hiciera brotar en el alma de Catalina la vocación a una vida religiosa. Tan sólo dieciséis días después de que Clara huyera de la casa paterna para consagrarse a Dios en la Porciúncula de manos de San Francisco, ésta hizo lo mismo, hecho que provocó en sus familiares importantes episodios de violencia que trataron por todos los medios de sacarla del claustro. La posición de Catalina fue inquebrantable y tras tonsurarse tomó el nombre de Inés.

            Según refiere su hagiografía, pronto comenzó a progresar en el camino de la santidad. Su penitencia y mortificación despertaron la admiración del resto de sus hermanas porque ceñía a su cintura un áspero cilicio de crin de caballo y ayunaba frecuentemente. El episodio de su vida más conocido, y especialmente importante para su iconografía, es el que refiere que encontrándose en oración, su hermana Clara contempló como se elevaban del suelo y, suspendida en el aire, era coronada por un ángel con tres coronas.

            El lienzo expuesto en el Museo sigue con fidelidad lo dicho. La santa aparece suspendida en el aire, en pleno arrobamiento místico, vestida con el hábito propio de las clarisas urbanistas pero calzando sandalias. Dirige su mirada hacia el ángulo superior izquierdo del espectador, donde aparecen las tres coronas en un rompimiento de gloria. Su mano derecha se sitúa hacia el pecho y la izquierda aparece extendida. El suave movimiento de los plegados del hábito ayudan a enfatizar más el estado de éxtasis en el que se encuentra.

Foto E. Lacleta
 
           Frente a ella se figuró una mesa sobre la que se asienta un crucificado, un cilicio, una disciplina y un libro abierto en cuyas hojas se indica la identidad de la representada. Todos ellos, en definitiva, se refieren a la vida de oración y mortificación que vivió Santa Inés, ejemplo de camino de perfección que la presentan como un modelo a imitar por las clarisas.

            La obra fue restaurada en el año 2010 merced a una ayuda de la Obra Social de la Caja de Ahorros de la Inmaculada.

domingo, 27 de octubre de 2013

SAN FRANCISCO DE ASÍS
Anónimo
Segunda mitad del siglo XVIII
Talla en madera policromada. 112cm. x 46cm.


Imagen de San Francisco en el Museo de Santa Clara. (Foto: A. Aguilera) 
 
        A finales del año 1181, o comienzos del siguiente, nació en Asís un varón llamado Francisco, hijo de Pica Donna y Pietro Bernardone, un rico comerciante de paños, negocio en el que Francisco comenzó a trabajar desde los quince años. De joven llevó una vida despreocupada e íntimamente ligada al mundo militar. Pero en la llamada Noche de Espoleto tuvo una experiencia religiosa que le marcó profundamente, iniciándose a partir de entonces un progresivo proceso de transformación y de entrega total a Dios.
 
        Durante dos años vivió una vida eremítica y penitente, pero un día, estando en oración ante el Crucifijo de San Damián, escuchó su voz que le invitaba a "reparar la Iglesia". Entonces Francisco comenzó a restaurar numerosas ermitas de los alrededores, pero el 24 de febrero de 1208 entendió que la revelación era "reparar" la Iglesia de Cristo predicando el Evangelio a través de la sencillez de un nuevo estilo pastoral que imponía vivir bajo la más estricta pobreza evangélica.
Detalle del Cristo de San Damián

        Pronto se le unieron numerosos compañeros deseosos de vivir según el modelo de vida de Francisco, y en la primavera de 1209, el papa Inocencio III aprobó verbalmente la regla por la que debía regirse la naciente orden, conocida entonces como de los Frailes Menores. El crecimiento de la misma obligó al fundador a redactar una nueva regla, aprobada por el papa Honorio III el 29 de noviembre de 1223.
 
        La talla de San Francisco que hoy presentamos es de muy buena calidad artística. De rostro dulce y facciones delicadas, con la típica tonsura y barba bífida, el santo se muestra de pie, en la tradicional pose de contraposto con la pierna derecha ligeramente flexionada. El eje de simetría queda definido en el rostro, eje compositivo de la imagen, dotada de sutil movimiento por las líneas confluyentes y dispersas del hábito. San Francisco calza sandalias y muestra los característicos estigmas en las manos y costado, remitiendo de esta manera a uno de los episodios hagiográficos más importantes de su vida cuando en septiembre de 1224, en el monte Alverna, Cristo en forma de serafín le imprimió las llagas de su Pasión.
 

Detalle de San Francisco ante el crucifijo y estigma del costado. (Foto: E. Lacleta)
 
        Por otra parte, con la mano derecha sostiene un crucifijo al que dirige su mirada y la izquierda se apoya en un libro abierto sostenido por un angelote cubierto por un paño de tela encolada verde anudado a la cadera izquierda, clara alusión a la regla que inspiró la fundación de la Orden de los Hermanos Menores.
 
Detalle del angelote sosteniendo el libro de la regla y del cordón con los tres nudos simbolizando lo tres votos: pobreza, obediencia y castidad. (Foto: E. Lacleta)
 

       La imagen ha sido restaurada recientemente a costa de D.ª Blanca Blasco Nogués y amigos para su exposición en la sala I del Museo
Vista parcial de la sala I del Museo. (Foto: E. Lacleta)


miércoles, 23 de octubre de 2013

SANTA CLARA DE ASÍS
Anónimo.
Óleo sobre lienzo. 107cm. x 86,5cm.
1.ª mitad del siglo XVII

 Lienzo de Santa Clara en el Museo de Borja. (Foto: E. Lacleta)
 
          En la madrugada del Lunes Santo de 1211 ó 1212, un rica y hermosa joven de Asís, llamada Clara Favaronne, seducida por la predicación de San Francisco, huyó de su casa paterna hacia Santa María de la Porciúncula donde la esperaba el fundador franciscano para consagrarla a Dios. Nacía de esta manera la rama femenina de los Hermanos Menores que, por aquel entonces, según les impuso Francisco, eran conocidas como Damas Pobres.
 
          Uno de los episodios hagiográficos más importantes y conocidos de la santa aconteció en 1241, cuando los sarracenos integrantes de las tropas del emperador Federico II quisieron asaltar el convento. Entonces, según el relato de una de las testigos de su proceso de canonización, "madonna Clara se hizo conducir hasta la puerta del refectorio y mando que trajesen ante ella un cofrecito donde se guardaba el Santísimo Sacramento... y postrándose en tierra en oración, rogó con lágrimas diciendo , entre otras, estas palabras: Señor, guarda Tú a estas siervas tuyas, pues yo no las puedo guardar". La oración surtió el efecto deseado, y los sarracenos se marcharon sin causar ningún daño.
 
 Santa Clara de Asís por Scipio Pulzone
 
          El lienzo conservado en el Museo se inspira claramente en la obra realizada por el pintor Scipio Pulzone en la segunda mitad del siglo XVI, conservado en la actualidad en el Museo del Colegio del Patriarca de Valencia. El retratista de los Farnesio representó a la santa en tres cuartos, girada levemente a la derecha en actitud reverente, con el hábito y manto de estameña y trabilla de madera, elemento propio de los franciscanos y clarisas descalzos y sosteniendo con ambas manos una custodia tipo templete, jocalia que la religiosas barroca prefirió al cofre citado en las fuentes como exaltación eucarística.
 
          La obra borjana sigue con fidelidad el retrato de Pulzone, y quizá el artífice contó con el grabado de la misma que ilustran los Icones Sancta Clarae impresos entre 1613 y 1621. Hay, sin embargo, algunos elementos que la diferencian. Por un lado la distinta tipología de la custodia que, en esta ocasión, la santa no toca directamente con las manos sino con un velo transparente que cae desde la pequeña cruz que la remata. Por otro la eliminación del paisaje alegórico por un fondo oscuro en el que Santa Clara queda iluminada por un foco de luz procedente tanto de la parte superior como de la izquierda, tal y como es típico en la pintura tenebrista.
 
 Detalle de Santa Clara con la custodia. (Foto: E. Lacleta)
 
          La obra fue restaurada recientemente para su exposición en la sala I del Museo a cuenta de la Asociación de Amigos del Museo de Santa Clara.
 
 Vista general del lienzo de Santa Clara en la sala I del Museo. (Foto: E. Lacleta)
 


miércoles, 16 de octubre de 2013

LIBRO DE LA REGLA
1614
Zaragoza
[4] 171 p [5] en blanco. 4º
Encuadernación en cuero repujado


Entre las obras más significativas del Museo se encuentra el Libro de la Regla, custodiado hasta ahora en los fondos antiguos de la biblioteca conventual y, en la actualidad, en la sala II del Museo junto con otros recuerdos de la época fundacional del convento.

Regla de las clarisas de Borja. (Foto: A. Aguilera).

Se trata de un pequeño libro de tapas de cuero con bella decoración geométrica de herencia mudéjar. Sus hojas están manuscritas en pergamino con capitales miniadas que dan inicio a los diferentes capítulos de la regla y dos pinturas, sitas en los folios 1v. y 9v., que representan el episodio hagiográfico de la estigmatización de San Francisco y a Santa Clara con ostensorio, báculo de abadesa, vestida y calzada como clarisa urbanista.

Santa Clara en la Regla de las clarisas de Borja. (Foto: A. Aguilera)

En otros importantes conventos de clarisas también se han conservado Reglas similares, como en Medina de Rioseco, que custodia dos ejemplares fechados en 1498 y 1591. 



Anónimo castellano. 1498. Medina de Rioseco

En un principio, el propio San Francisco redactó para Santa Clara y sus compañeras, moradoras en el monasterio de San Damián, unas observancias por las que debían regir su modelo de vida. Sin embargo, el canon 13 del IV Concilio de Letrán (1215) prohibía aprobar nuevas reglas, por lo que las religiosas de San Damián tuvieron que profesar la de San Benito, que en nada tenía que ver con el ideal de pobreza evangélica con el que querían vivir. 

Pronto comenzaron a proliferar por Italia los conventos de “Damianitas”, deseosos de vivir bajo el modelo y carisma del de San Damián. De esta manera, en 1218, el cardenal Hugolino redactó para ellos unos Estatutos que estuvieron en vigor, junto con la regla benedictina anteriormente citada, hasta el año 1247, cuando Inocencio IV otorgó una nueva Regla. Pero el 9 de agosto de 1253, dos días antes de morir Santa Clara, el Papa aprobó su propia Regla, la primera redactada por una mujer en la historia de la Iglesia, aunque sólo para el monasterio de San Damián.

Unos años más tarde, el cardenal Cayetano Orsini compuso otra regla, conocida como de Urbano IV, por ser el pontífice que la aprobó el 8 de octubre de 1263. La principal característica que la define, frente a la redactada por Santa Clara, es la abolición del privilegio de pobreza, estableciendo que los conventos podían poseer en común, aunque no en particular, rentas y propiedades con los que poder subsistir.

A todas las religiosas que profesaron esta última Regla se les conocía como clarisas urbanistas o urbanitas y, entre ellas, se encontraban también las de Borja, hasta que en 1990 volvieron a profesar la de Santa Clara.

Portada del libro Tierra de conventos

Este libro de la Regla del papa Urbano IV que presentamos puede ser considerado como parte del ajuar fundacional del convento, pues fue sufragado en su totalidad por sor Esperanza Hortal, abadesa fundadora del convento, en el año 1614. Asimismo, su imagen sirvió de portada para la obra Tierra de conventos, un estudio sobre los conventos de Santa Catalina del Monte y San Cristóbal de Cariñena realizado gracias a la ayuda de investigación concedida en 2009 por el Consejo Regulador de la D.O. de Cariñena,  la Institución Fernando el Católico,  la Caja Rural Cajalón y la Facultad de Filosofía y Letras de Zaragoza.












martes, 15 de octubre de 2013

BALANCE DE UN MES DE VIDA


El pasado día 13 se cumplió un mes de la inauguración del Museo de Santa Clara. Hasta ahora, y sin contar el día de la inauguración, se han acercado al mismo más de 500 personas, prueba del indudable interés general que este nuevo museo ha despertado en la sociedad.

Evidentemente, entre los visitantes se encuentra un gran número cuya procedencia es la propia Borja, pero también se han contabilizado un significativo número de Zaragoza, Madrid, Barcelona, Vitoria, Pamplona, Santander y Soria e, incluso, de Francia y de República Democrática del Congo.



De entre las localidades de nuestro entorno destacan las visitas efectuadas por los vecinos de Magallón, Ainzón, Pozuelo de Aragón y Novallas. Algo más alejadas son Estella y Elizondo (Navarra), Tamarite de la Litera (Huesca) y Zarauz (Guipuzcoa). 



Por otra parte, las visitas a este blog siguen incrementándose, habiéndose documentado, por el momento, los siguientes países: España, EE.UU., México, Alemania, Argentina, Francia, Reino Unido, Ucrania, Serbia, Rusia, Países Bajos, Corea del Sur y Australia.

Asimismo, el Museo sigue haciéndose un hueco en los medios de comunicación, destacando la crónica aparecida en el periódico La crónica del Campo de Borja, correspondiente al mes de octubre, y en la página web de la Ruta de la Garnacha, cuyos enlaces insertamos a continuación: 




Recordamos a nuestros lectores que el Museo de Santa Clara permanece abierto todos los fines de semana en horario de 11.00 a 13.00 h. y de 16.00 a 18.00 h. 

jueves, 19 de septiembre de 2013

NUEVAS INSTANTÁNEAS DE LA INAUGURACIÓN DEL MUSEO DE SANTA CLARA


Vista general de la iglesia conventual

Presbiterio

Procesión a su paso por la calle del Rey

Bendición del Museo ante los miembros del M.I. Ayuntamiento de Borja

Fila para entrar en el Museo

Dos espectadoras ante el lienzo de la Comida Mística

Dos espectadores ante el salterio

Capilla del Museo




martes, 17 de septiembre de 2013

AYER, ARAGÓN RADIO VIAJÓ HASTA BORJA PARA CONOCER EL MUSEO DE SANTA CLARA

          Puede escucharse íntegra la entrevista en el siguiente enlace:

          http://www.aragonradio2.com/radio?reproducir=88180
AGNUS DEI DEL PAPA SAN PÍO V


1566-1572
Lámina de cera en relicario oval de plata del siglo XVII


      En los más de cuatrocientos años de existencia, el convento de Santa Clara de Borja ha ido configurando una excepcional lipsanoteca integrada por más de trescientas reliquias. Todas ellas fueron estudiadas por el historiador Alberto Aguilera Hernández, que las dio a conocer a la comunidad científica en una ponencia pronunciada el 8 de noviembre de 2009, en el marco del Congreso Internacional organizado por la asociación Europae Thesauri bajo el título “Reliquias y peregrinación”. 

           Posteriormente, el citado investigador divulgó sus resultados en dos publicaciones que pasamos a citar a continuación:

             - “La colección de Agnus Dei del convento de Santa Clara de Borja”, Boletín Informativo nº. 123-124, Centro de Estudios Borjanos, Institución “Fernando el Católico”, Borja, 2009, pp. 11-12.

            -“Fe, arte y devoción: la lipsanoteca del convento de Santa Clara de Borja (Zaragoza) en los siglos XVII y XVIII”, Cuadernos de Estudios Borjanos LIII, 2010, pp. 159-184. 


          El Agnus Dei era un regalo papal sumamente codiciado en otro tiempo, y era venerado como una auténtica reliquia, tal y como lo demuestra el hecho de que varios fragmentos fueran insertados en relicarios barrocos junto con otras reliquias de santos. 

Agnus Dei de S.S. Gregorio XIII. 1572. Convento de Santa Clara de Zafra

          Concretamente, en el convento borjano se ha conservado una amplia colección compuesta por siete unidades. Se tratan de unas láminas de forma oval realizadas en cera procedente del cirio pascual del año anterior y de otros cirios ofrecidos al Papa por el clero de Roma en las fiestas de las candelas, mezclada con los santos óleos y agua bendita.

S.S. beato Juan XXIII bendiciendo los Agnus Dei

         Estas láminas eran bendecidas por el Sumo Pontífice el Miércoles Santo, Jueves Santo y Viernes Santo del primer año de su pontificado, los Viernes Santo cada siete años y en los años jubilares. En los anversos siempre figura impreso, sobre el libro con los siete sellos, el Cordero Pascual nimbado portando el estandarte de la Resurrección. A su alrededor se muestra la leyenda latina: "Ecce Agnus Dei qui tollit pecata mundi", mientras que debajo suele situarse el nombre del Papa, su escudo y el año del pontificado en el que fue bendecida la pieza.

           Por el contrario, en los reversos pueden aparecer distintas figuras de Cristo, de la Virgen María, de los santos o, incluso, el retrato del Papa. 

           El Agnus Dei más antiguo es el que se expone en la sala II del Museo, que fue bendecido por el papa San Pío V entre 1566 y 1572. A pesar de que posteriormente sufrió algunas alteraciones para adecuarlo al relicario de plata que lo guarnece, nos ha sido posible identificar la figura del reverso, correspondiente a San Teodoro mártir.

Colección de Agnus Dei del convento de Santa Clara

          Dada su cronología, es muy probable que fuera un regalo del convento de Santa Catalina de Zaragoza a las madres fundadoras del de Borja, con objeto de desearles progreso y perduración en el nuevo camino que emprendían.

sábado, 14 de septiembre de 2013

AYER SE INAUGURÓ OFICIALMENTE EL MUSEO DE SANTA CLARA


Tal y como anunciamos en su momento, en el día de ayer, a las 19.30 h., tuvo lugar en la iglesia del convento de Santa Clara el acto oficial de inauguración del museo conventual. Previamente, el Sr. Vicario General de la diócesis de Tarazona, D. Esteban Aranaz Aranda, ofició la solemne Eucaristía concelebrada por otros sacerdotes diocesanos y por el Rvdo. P. fray Ángel Fernández de Pinedo, asistente de las clarisas de la Federación de Cantabria, a la que pertenece el convento borjano; el Rvdo. P. fray Javier Unanue, que también ocupó este cargo durante bastantes años, y por el Rvdo. P. fray Gabriel Larraya, de la orden capuchina. 

M.I. Ayuntamiento de Borja

Al acto oficial asistió la corporación municipal del M.I. Ayuntamiento de Borja, las autoridades eclesiásticas citadas y una gran cantidad de fieles, amigos del convento y bienhechores que quisieron estar junto a la comunidad religiosa en una fecha tan importante.

La iglesia conventual no fue capaz de alojar en su interior a todas las personas que se habían congregado, por lo que muchas otras tuvieron que quedarse en el zaguán de entrada e, incluso, permanecer en la plaza de San Francisco. 

Aspecto que presentaba ayer la iglesia conventual

El acto fue dirigido por el Rvdo. D. Javier Calvillo, quien dio la palabra, en primer lugar, al Ilmo. Sr. D. Manuel Gracia Rivas, presidente del Centro de Estudios Borjanos, académico delegado de la Real Academia de San Luis de Zaragoza y correspondiente en Borja de la Real Academia de la Historia, que incidió brevemente en las circunstancias que han hecho posible la materialización del museo.

 El Ilmo. Sr. D. Manuel Gracia Rivas

Seguidamente, tomó la palabra D. Alberto Aguilera Hernández, director del nuevo museo, que expuso la génesis del proyecto, el desarrollo en el tiempo del mismo y su principal significación como un medio de comunicación entre las religiosas y la sociedad actual, finalizando con palabras de agradecimiento a todos los colaboradores.

Intervención de D. Alberto Aguilera Hernández

A continuación, el Rvdo. P. fray Javier Unanue, en representación de los franciscanos, recalcó el primordial sentido espiritual con el que se ha dotado al discurso expositivo del Museo, y la madre abadesa, sor María Resurrección Azpilicueta, dio las gracias a toda la ciudad de Borja desde el coro alto de la iglesia, cerrando el acto el Sr. Vicario General de la diócesis.

El Rvdo. P. fray Javier Unanue

Sr. Vicario General

               Al finalizar, todos los presentes se dirigieron procesionalmente hasta la puerta de acceso al Museo, en la calle del Rey, correspondiendo al Rvdo. P. fray Ángel Fernández de Pinedo, como máxima autoridad presente de la familia franciscana, el honor de cortar la cinta con los colores de la bandera nacional.

Procesión a su salida del convento

El Rvdo. P. fray Ángel Fernández de Pinedo cortando la cinta 

Seguidamente, el Sr. Vicario General procedió a la bendición del Museo y, tras un breve recorrido por las instalaciones, que se quedaron pequeñas para alojar a todos los asistentes, las religiosas ofrecieron en los jardines del Museo un pequeño aperitivo.

Bendición del Museo

Desde hoy, el Museo de Santa Clara abre sus puertas todos los fines de semana, en horario de 11.00 a 13.00 y de 16.00 a 18.00h.

Aspecto que presentaban ayer los jardines del Museo