MUSEO DE LA COMUNIDAD DE FRANCISCANAS CLARISAS DE BORJA. (ZARAGOZA) ESPAÑA

lunes, 6 de octubre de 2014

EL PROCESO DE RESTAURACIÓN DE LA VIRGEN DEL CORO


Estado inicial de la Virgen antes de la intervención. (Foto: A. Aguilera)

       Cuando en el año 2009 la comunidad de clarisas decidió abordar la restauración de la venerada imagen de la Virgen del Coro, no se contaba con documentación que indicase las diferentes intervenciones y transformaciones sufridas por la talla, aunque a simple vista éstas eran evidentes, como los recrecidos de estucos, retallados parciales y, especialmente, la mutilación de la corona de madera de la Virgen, con objeto de poder colocarle la de plata, y la policromía que presentaba a base de pinturas plásticas y purpurinas. 


Imagen de la Virgen una vez eliminado el repinte de 
capas de pintura y purpurinas. (Foto: P. Bea)

        En efecto, la actuación más agresiva era la de su desafortunada repolicromía, pero también se sospechaba que podía existir un añadido de telas encoladas y enyesadas para dar volumen a los ropajes. Su estado de conservación, sin embargo, era aceptable, aunque presentaba ataques de xilófagos. 

Talla de la Virgen del Coro una vez finalizada la restauración. (Foto: E. Lacleta)

       El proceso de restauración, encomendado al Estudio de Restauración de Bienes Culturales de Zaragoza, comenzó con la protección previa de la imagen y la eliminación de polvo y de las deposiciones superficiales. La madera fue tratada contra el insecto xilófago y también se consolidó el soporte para devolverle la cohesión interna. Por su parte, las carnaciones originales a pulimento y el dorado al agua de los cabellos aparecieron bajo la policromía, pero no se localizaron las originales en los ropajes, lo que llevó a la necesidad de proceder a una reintegración cromática mediante el trateggio modulado. Finalmente, se le aplicó como protección barniz satinado. 


Reproducción de la Virgen del Coro realizada por las hermanas clarisas de Borja. 
(Foto: Centro de Estudios Borjanos). 

         Debido a la veneración y significación de la imagen dentro del convento, se descartó el que formara parte de los fondos permanentes del Museo pues, en el día de hoy, sigue presidiendo el diario vivir conventual desde su hornacina del coro alto del convento, así como las elecciones de las abadesas cada tres años. Por contra, se optó por colocar una fotografía en la vitrina de la sala II, dedicada a las piezas fundacionales de este claustro femenino, así como colocar una reproducción que, de la misma, realizan las hermanas gracias al molde que les donó el escultor D. Carlos Arrabal.