Anónimo.1742
Madera y nácar. 47 x 20,5 cm.
Vista general de la cruz. Foto de E. Lacleta
De
entre los fondos permanentes de la sección de jocalias del Museo de Santa Clara
sobresale por su calidad la cruz de altar que presentamos. Sobre una amplia base de forma trapezoidal, con el
característico escudo de la orden franciscana al frente, se alza majestuosa una
cruz de madera chapeada con incrustaciones de nácar a la que se le añaden, a su
vez, otras cinco cruces más pequeñas, conformando de esta manera la denominada
Cruz de Jerusalén.
La escena central se reserva para
el Crucificado, un añadido de época posterior, y en el reverso figura una
pequeña cruz en madera clara que, para algunos investigadores, haría alusión a
los mártires crucificados en Nagasaki el 5 de febrero de 1597.
Detalle del Crucificado. (Foto E. Lacleta)
La procedencia de este tipo de piezas es muy discutida. Para algunos historiadores su origen es claramente indo-portugués, siendo realizadas en las misiones franciscanas de las Indias durante los siglos XVII y XVIII. Otros, en cambio, las vinculan con el Próximo Oriente, debido a la relación de la orden franciscana con la custodia de los Santos Lugares.
Detalle de la base trapezoidal de la cruz. (Foto E. Lacleta)
Sea
como fuere, lo cierto es que la cruz fue regalada en 1742 al convento de San Francisco de Borja
para que la colocara en el altar mayor de su iglesia. Presumiblemente, a consecuencia de los decretos desamortizadores de Mendizábal, pasó al de Santa Clara, donde se ha conservado junto a otras importantes obras procedentes de este mismo convento.
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