MUSEO DE LA COMUNIDAD DE FRANCISCANAS CLARISAS DE BORJA. (ZARAGOZA) ESPAÑA

domingo, 9 de febrero de 2014

VIDA DE LA V.M. SOR MARÍA SALINAS
Ginto, fray Juan
Zaragoza 1660
[24], 383, [8] p. 4.º

Vida de la madre sor María Salinas. 1660
Foto: E. Lacleta

        Según los datos que se conservan en el archivo conventual, sor María Salinas Tudela nació en la villa oscense de Tamarite de la Litera el 14 de septiembre de 1602. Su padre, Francisco, era natural de aquí, pero su madre, María, había nacido en Borja. Al quedar huérfana a edad muy temprana fue educada con el hermano de su madre, Juan de Tudela, racionero de la S.I.M. de Zaragoza. Transcurridos algunos años, el 25 de septiembre de 1622, tomó el hábito en este convento de Santa Clara como religiosa de coro, profesando en el mismo el 29 de septiembre del año siguiente. Aquí vivió hasta el 28 de agosto de 1636, momento en el que salió como fundadora del convento de la Purísima Concepción y Santa Espina de Gelsa, donde murió en olor de santidad el 1 de junio de 1657, habiendo sido en este convento abadesa durante quince años.

Vista del desaparecido convento de Gelsa
        La figura de la venerable era parcialmente conocida por las referencias que de ella hacen Latassa o Triviño, aunque su recuerdo siempre ha permanecido vivo en su comunidad de origen, especialmente por su autobiografía que fue mandada imprimir por fray Juan Ginto en 1660. Sor María experimentó durante toda su vida largos periodos de éxtasis místicos y múltiples visiones celestiales propias de la religiosidad barroca, y que se vio obligada a escribir por mandato de sus confesores, con objeto de discernir si detrás de ellas se encontraba la mano de Dios o del diablo. A su muerte, el último de sus confesores recopiló todos estos escritos y, junto a los testimonios orales que le proporcionaran las religiosas de Gelsa, publicó este libro que, en el día de hoy, puede contemplarse en la sala IV del Museo.

        El impreso resulta interesante por varios motivos. El primero de ellos porque el catálogo colectivo del patrimonio bibliográfico español sólo reseña la existencia de nueve ejemplares en bibliotecas españolas: cinco en Aragón; dos en Madrid -en la Biblioteca Nacional- uno en Baleares y otro en el País Vasco. En segundo lugar porque su contenido resulta fundamental no sólo para el estudio de una figura que fue influyente en su tiempo y que murió en olor de santidad, sino también para el del propio microcosmos de la clausura borjana, sus costumbres, su forma de vida o sus tensiones internas durante el tiempo en el que vivió la religiosa.

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