MUSEO DE LA COMUNIDAD DE FRANCISCANAS CLARISAS DE BORJA. (ZARAGOZA) ESPAÑA

miércoles, 17 de agosto de 2016

BALANCE DE LA TERCERA ACTIVIDAD DE VERANO EN EL MUSEO DE SANTA CLARA

        En la tarde de ayer, dentro de las actividades programadas por el Museo de Santa Clara para este verano, se pronunció la conferencia sobre el antiguo retablo mayor del convento de San Francisco de Borja, a cargo de D. Manuel Gracia Rivas, presidente del Centro de Estudios Borjanos de la Institución "Fernando el Católico". 

D. Manuel Gracia Rivas durante la intervención. (Foto: M.ª Chueca).
Una parte de los asistentes al acto. (Foto: M.ª Chueca).

       El retablo, que llegó al convento de las clarisas tras la Desamortización de Mendizábal, fue contratado a comienzos del siglo XVII, sustituyendo a una obra anterior realizada por el afamado pintor Blasco de Grañén en 1447. Los mecenas fueron Clemente Marqués, vecina de Borja, y sus dos hijos varones, Francisco y Lorenzo Lajusticia, que ocuparon cargos de importancia en el gobierno municipal de la ciudad a comienzos del Seiscientos. 

Antiguo retablo mayor del convento de San Francisco. 
                                                   (Foto: E. Lacleta).


        El mueble titular, aunque con importantes reformas verificadas en los siglos XVIII y XIX, es una obra de grandes dimensiones en la que destaca la racionalización clásica y el equilibro en todo su diseño. Consta de un sotobanco de moderna factura, banco, dos cuerpos de tres calles separados por entablamentos y frontones, y un ático. En la traza se ha recurrido a la superposición de órdenes: el jónico para el cuerpo principal con el fuste de las columnas estriado verticalmente, y corintio para el segundo cuerpo y ático.


        Con respecto al banco, las caras frontales de los plintos sobre las que se asientan las columnas alojan las representaciones en relieves de los cuatro evangelistas con sus correspondientes atributos y figuras del Tetramorfos, dispuestos en su orden canónico de izquierda a derecha del espectador. 

 San Mateo (con el hombre); San Marcos (con el león); San Lucas (con el toro) y San Juan (con el águila). (Fotos: E. Lacleta).

       Entre ellos, y bajo las calles laterales, encontramos dos escenas de indudable significación eucarística: el conocido milagro de la burra obrado por San Antonio de Padua y una de las predicaciones de San Bernardino de Siena, ambas sumamente apropiadas para flanquear el sagrario que se disponía en la calle central del primer piso, donde hoy se venera a la Virgen del Amor Hermoso.

  Predicación de San Bernardino de Siena y Milagro de la burra de San Antonio. 
(Foto: E. Lacleta).

Virgen del Amor Hermoso. 1850. (Foto: E. Lacleta).
        A ambos lados de la misma, en las calles laterales, se cobijan las esculturas huecas de San Buenaventura y San Luis de Anjou, ambos en idéntica pose y actitud, vistiendo ornamentos episcopales, tocados con mitras, con libro y báculo en su mano izquierda mientras alzan la contraria en actitud de bendecir. Como rasgos distintivos de cada uno de los santos podemos citar el capelo cardenalicio bajo los pies de San Buenaventura y la flor de lis que, como emblema de la casa de Anjou, localizamos en el broche de la capa pluvial de San Luis. 

 San Buenaventura y San Luis de Anjou. (Fotos: E. Lacleta).

          En la calle central del segundo piso, dispuesto en una hornacina avenerada y cajeada por jambas, se sitúa la imagen titular de San Francisco, calzando sandalias, con el hábito franciscano en tonalidad grisácea ceñido por un cordón y roto en el costado para dejar ver una de sus llagas, con la mirada absorta hacia lo alto mientras extiende sus manos estigmatizadas hacia el espectador. En realidad, el santo se integra dentro de una escena que remite a la impresión de las Llagas en el monte Alvernia en 1224, pues a su derecha se encuentra el Serafín de seis alas. 

 Estigmatización de San Francisco de Asís. (Foto: E. Lacleta).
     
        A su lado, en sendas casas de las calles laterales, se encuentran San Bernardino de Siena y San Juan de Capistrano. Ambos visten el hábito franciscano ceñido por cordón, pero el primero sujeta un libro con la mano derecha, enarbola con la contraria un estandarte rojo, en el que aparecen inscrito el trigrama IHS que inventó, y tiene a sus pies tres mitras en alusión a las sedes episcopales de Siena, Ferrara y Urbino a las que renunció. San Juan de Caspistrano, con la misma indumentaria, porta otro estandarte similar con la mano derecha mientras conduce la otra hacia el pecho. Interesa resaltar la presencia de la cruz de Calatrava en la parte delantera de la esclavina.

San Juan de Capistrano y San Bernardino de Siena. (Foto: E. Lacleta).
        Ya en el ático, un marco adintelado con jambas enmarca el Calvario y, sobre el mismo, a modo de remate, la imagen del Ángel Custodio de la ciudad de Borja empuñando una espada con la mano derecha y portando una corona con la contraria.

 Calvario y Ángel Custodio de la ciudad de Borja. (Foto: E. Lacleta).


        Según hemos podido documentar, el 22 de junio de 1614 se protocolizó el contrato de la pintura y dorado del retablo con el pintor Pedro de Ainzón, que cobró por su trabajo 200 libras jaquesas. 

        Recordamos a nuestros lectores que la siguiente y última actividad de verano está programada para el próximo viernes, 19 de agosto, a las 8 de la tarde, en el Museo de Santa Clara (con acceso por la calle del Rey). En ella se realizará un detallado comentario de uno de los lienzos barrocos más importantes conservados en Borja desde el punto de vista iconográfico: la Comida Mística en Santa María de los Ángeles. 

Comida Mística en Santa María de los Ángeles. (Foto: E. Lacleta).
        Al término de la misma, podrá visitarse el Museo y degustar un aperitivo preparado por la comunidad de franciscanas clarisas y la Asociación de Amigos del Museo de Santa Clara. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario