MUSEO DE LA COMUNIDAD DE FRANCISCANAS CLARISAS DE BORJA. (ZARAGOZA) ESPAÑA

sábado, 5 de abril de 2014

CRISTO DE LA ENFERMERÍA
Anónimo. Primer tercio del siglo XVII
Madera policramada. 101,5 cm. 


Cristo de la enfermería. (Foto: E. Lacleta)

        La vida de una de las religiosas más importantes que tomaron el hábito en este convento de Santa Clara de Borja, sor María Salinas Tudela -referida en este blog en entradas anteriores- nos ofrece un modelo hagiográfico establecido dentro de la más estricta estética del barroco, plagada de numerosas visiones, coloquios místicos con Jesucristo, éxtasis o intensos arrobos. Tras una de estas experiencias espirituales en las que llegó a conversar con San Francisco de Asís, la religiosa quedó tan sumida en ansias de pobreza que no dudó en desprenderse de todos los bienes materiales que tenía, entre ellos este precioso crucificado que regaló a la enfermería del convento para consuelo de sus hermanas enfermas.

 Cristo de la enfermería: detalle. (Foto: E. Lacleta)

        Con respecto al oratorio de la enfermería, es necesario indicar que, en la segunda mitad del siglo XVIII, el obispo de Tarazona, D. Esteban Vilanova, en cumplimiento de los dispuesto por la bula del papa Benedicto XIV del 25 de enero de 1756, designó altar privilegiado perpetuo su retablo para que las religiosas que por ancianidad, enfermedad u otras circunstancias no pudieran "visitar" el mayor de la iglesia conventual, ganaran las indulgencias en éste, aunque sólo si oficiaban sacerdotes franciscanos. 

Detalle de la base de la cruz con la calavera de Adán. (Foto: E. Lacleta)

        El Santo Cristo de la enfermería es una obra de buena factura de principios del siglo XVII y, hasta los años setenta del pasado siglo se conservó en un nicho barroco sufragado por la religiosa sor Luisa Villanova entre 1763-1766, junto con una pequeña escultura de factura popular representando a la venerable madre Salinas. En la actualidad, la hornacina se conserva junto a la entrada de la sala capitular, conteniendo una imagen de la Virgen de la Peana, co-patrona de Borja, de la segunda mitad del siglo XIX. El Cristo, por su parte, puede admirarse en la sala IV del Museo junto a otros recuerdos de sor María Salinas. 

Vista del Cristo de la enfermería desde la entrada a la sala IV del Museo. (Foto: E. Lacleta)

        La imagen también ha sido fuente de inspiración literaria en el interior del claustro. Hace unos años pudimos recoger una hoja de calendario correspondiente al mes de abril de 1936. Detrás de ella se había escrito una composición poética anterior dedicada a este Santo Cristo, aunque de no demasiada fortuna y pobre de versificación. 

Existe en la enfermería de Santa Clara
una imagen de Cristo que arroba el alma:
este es el Crucifijo que habló un día
a nuestra venerable madre María, madre María.

De esta imagen vendita tan lastimera
hay sublimes misterios para quererla.
La venerable, umilde, ante ella orando
tenía estos coloquios tan regalados. 

Jesús del alma mía, ¿qué quieres que haga?
Dulce vien mío, en esa cruz al verte tan dolorido,
te pido que me digas qué quieres que haga
para satisfacerte por nuestras faltas.

¡O, mi sierva María: ámame mucho
por los que me desprecian en este mundo.
Tus sacrificios, hija, con tus ofrendas
podrán calmar en algo mis crueles penas. 

Cuando la venerable salió de casa
a reformar en Jelsa la regla santa,
dejó en este convento tan rica joya
que adoraran siempre las relijiosas. 

Éstas, en Él confían, y a Él sólo acuden,
lo mismo cuando gozan que cuandro sufren,
pues sólo con mirarle sienten sus almas
consuelos inegables en sus desgracias. 

Las cruces que en el mundo Dios les envía
cargan sobre sus hombros con alegría,
pues viendo a Jesucristo colgado en ella
su corazón recibe gran fortaleza. 

Y si en la enfermería, por sus dolores,
sienten crueles tormentos en sus corazones,
tiene la relijiosa gran regocijo
por estar siempre al ladro del Crucifijo. 

En Él, sus santos botos tienen clavados
porque es norma segura para guardarlos,
y porque les [...] por su observancia,
en la mansión eterna dicha sin tasa. 


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